enero 14, 2010

0:03

Ha comenzado a vestirte el frío.
Lentamente.
Ya no hay bocanadas de aire fresco,
tampoco risas y manos listas para cocinar.
Sostengo tu mano.
Me acerco y susurro que te amo.
La muerte está confundida,
no entiende por qué no hay miedo en esta sala.
En este instante tengo la certeza que te has ido.
Después vendrá el tiempo de la madera, las flores.
Y serás dentro de mí.